Mi cruzada contra la inmediatez: ¡Viva el formato largo, carajo!

Un día, el Abuelo, un compa de la prepa cuya edad se desconocía, llevó a la escuela un iPod Classic. El MP3 recién se asentaba, y aquello era impresionante: cientos de canciones comprimidas en una pequeña caja minimalista. Ay wey, hasta sale la portadita del disco y todo.

Pero el Abuelo, en su vasta sabiduría, nos advirtió de algo: no está tan chido. Traes tantas rolas que luego ya no sabes qué escuchar, decía.

No alcanzábamos a entenderlo.

Alegaba que cuando solo tienes un álbum o unas pocas canciones, las valoras más. Las memorizas, comprendes de qué hablan, las haces tuyas. Pero cuando tienes algo en gran variedad y cantidad, ni siquiera lo pelas bien.

Aquella viñeta me remite, a su vez, a un curioso fenómeno aún más viejo: los que tenían televisión por cable y no eran capaces de mirar un solo canal por más que unos instantes. El infame zapping.

Adelántale a 2024 y aquello ha mutado en otras bestias: Spotify, TikTok, video en streaming, videos cortos, Game Pass, tuits, playlists rotísimas.

Ideas inconexas, fracciones de mensajes e historias. Brincar de una ventana a otra, de una conversación a otra, de un cachito de realidad a otro. La fragmentación como regla.

Every song that I’ve ever heard
Is playing at the same time, it’s absurd
And it reminds me, we’ve got everything now

Es el efecto ludópata de la tragamonedas de casino: no saber cuál será el próximo contenido que se desplegará en la pantalla al jalar la palanca (o para efectos prácticos, scrollear).

Es la emoción de no saber cuándo y en qué presentación llegará la próxima dosis de dopamina. ¿Será un video random? ¿Un tuit viral de la polémica en turno? ¿Una notificación en color rojo que exige atención?

Miras una serie y ya ni recuerdas cómo se llamaba el protagonista de la que viste antes. ¿De qué carajos trataba la última temporada? Mejor no me salto el recap.

El Alzheimer va a estar canijo. Ya no me fío de mi memoria como en antaño.

Sí tengo tiempo de cambiar mi vida

En cierta chamba tenía algunos desacuerdos con un colega de la vieja escuela. Era (¿es?) profe de la Ibero formado a la antigua, y le cagaba que editara sus párrafos largos y comprimiera sus textos.

Ahora lo entiendo mejor. Las ideas y mensajes—y la forma en que se desarrollan y distribuyen— importan.

A Salvador no le interesaba llegar a miles de personas, sino que su mensaje fuera bien comprendido por unos cuantos. Y eso está chido.

Cuando veo series de los 90’s o inicios de los 2000’s, lo primero que me brinca es su ritmo tan distinto. Es evidente cómo la vida transcurría a menor velocidad. No hay prisa. No hay una sensación de urgencia por pasar a otra secuencia de eventos, por forzar que algo ocurra. Benditos X-Files.

We were born
In a time
Too fast to hold
We really don’t know
How it got so

Por mi parte, estoy tratando de bajar el ritmo, de hacerle un reseteo de fábrica al cerebro.

Intento comer lo más lento posible —dame chance; esperé todo el día para ello.

Recétame las cuatro horas y dos minutos del Justice League Snyder’s Cut. ¿El Señor de los Anillos versión extendida? Vavava. Ponme el Rápido y furioso por sexagésima ocasión. ¿O cancelamos el Netflix, mejor? Sirve que ahorramos un varo.

¿Son siete tomos de En busca del tiempo perdido? No hay pedo. ¿Cuántos me dijiste que son de Dune?

Échame el King Crimson, ponme el Brian Eno; vengan las rolas rancias de 15, 20 minutos.

Está algo lejos; hay que caminarle como media hora. Chingón, sirve que hablamos un rato.

No me encanta la idea de recorrer a medias cuatro locaciones distintas en un día. Mejor conozcamos bien un solo lugar.

Yesterday’s headlines blown by the windYesterday’s people in a scatterbrain

¿Por qué a la banda le urge que ya acabe un mes y empiece otro? ¿No les saca de pedo ver pan de muerto en julio? Con broncas y ando procesando marzo apenas.

No se me da el multitasking. Se me acaba la memoria RAM si traigo otros procesos en segundo plano.

Pero aguanta. Ya ando divagando, hablando de todo y nada, cual feed de red social. Mejor me voy a recargar pila un rato con tremendo rolón. 20 minutos nomás, una pestañita en vigilia:

Infinite contentInfinite contentWe’re infinitely content
All your money is already spent on it

También podría (des)interesarte:

Cállate y maneja: el silencio como mecanismo de supervivencia

Una retrospectiva a 15 años de ‘In Rainbows’, de Radiohead

Rodrigo González y su insospechada capacidad para curar la vista

Deja un comentario

twenty − nine =