Rodrigo González y su insospechada capacidad para curar la vista

Reseña | En Vivo En Café De Los Artesanos – Rodrigo González (1984)

Es curioso cómo se ve el mundo cuando tu córnea ha sido rebanada por un aparato quirúrgico y queda abierta, colgando como una tapa de shampoo.

De pronto te das cuenta de que esos tejidos y la manera en que refractan la luz, nos permiten observar la realidad como creemos que es. Por un momento pude apreciar las cosas sin ese filtro: los colores se descomponen, la luz se deconstruye, las figuras son amorfas y borrosas. Todo es una ilusión.

Esto me pasaba por la mente mientras me cagaba del frío en el quirófano y me sometía a un procedimiento que corregiría para siempre mis deficiencias oculares.

Hice el mejor intento por no moverme ni un milímetro. Quería que el láser hiciera su mejor trabajo y corrigiera cada micra de mis defectuosas córneas.

La operación transcurrió sin contratiempos. Ahora sólo faltaba algo tan o más importante: la cicatrización, la recuperación. Se supone que, en gran medida, de ello dependía qué tan bueno sería el porcentaje de mejoría de mi vista.

Debía permanecer desconectado de cualquier tipo de pantalla durante al menos dos semanas. No podía salir ni mucho menos realizar actividad física alguna. Ni siquiera tenía permitido leer.

Pasados unos días, me preguntaba por qué no me se me había ocurrrido aislarme antes de esa manera.

Préstame tu máquina del tiempo

Mi mayor refugio fue el sonido en sus diferentes formas: música, radio, podcasts. Su antagónico, el silencio, también hizo su parte.

Dos grabaciones, en particular, me acompañaron durante esos días de inusual calma. LUX, de Brian Eno, y En vivo en el Café de los Artesanos, de Rodrigo González.

La primera pareciera una especie de terapia auditiva pensada para un momento de completa introspección. Al escucharlo, poco me faltaba para sentir cómo las terminales nerviosas se regeneraban y formaban nuevas conexiones para restaurar el tejido, casi como si se concentraran mejor así.

Mi pieza favorita sigue siendo “LUX 3”: casi 20 minutos de remanso, de sosiego, que aún con su minimalismo ambient a ultranza se las arregla para calar hondo con apenas unas notas de piano.

La segunda, una grabación no oficial (o bootleg) del Profeta del Nopal, resultó ser algo cercano a un retroceso en el tiempo. A medio camino entre sociólogo y cantante rupestre, armado con nada más que su lira y una harmónica, González se receta un concierto para la historia.

Si bien su único álbum oficial, Hurbanistorias, es un referente necesario del rock en México, este otro registro en directo captura de forma aún más oportuna la genialidad del fallecido músico.

Sus canciones cobran vida y nuevas dimensiones con sus correspondientes explicaciones y comentarios del autor. Clásicos como “Estación del Metro Balderas”, “Los intelectuales”, “No tengo tiempo (de cambiar mi vida)” y “Solares baldíos” terminan siendo muy superiores a sus contrapartes de estudio.

Lo más destacable es que la presentación es solamente un toquín más del Rockdrigo: con improvisaciones, errores, voces del público, sonidos de vasos y cubiertos, con el artista en su estado más natural.

No se trata de una grabación premeditada y posproducida para que suene mejor de lo que fue. A alguien se le ocurrió sacar su grabadora y documentar lo que pasaba. Nunca imaginó que estaba registrando una pieza de arte, una estampa de otro tiempo. Escucharlo en su totalidad con audífonos y sin distractores no tiene madre.

La máquina me ha vuelto una sombra borrosa

Le tomé tanto aprecio a esta grabación que, más tarde, incluso aprendí un poco sobre restauración digital para mejorar la calidad del audio de origen.

Cada vez que lo escucho y llego a sus últimos minutos hago hartas preguntas a un Rockdrigo de humo que, en mi mente, sigue con vida.

¿Por qué tenías que estar en ese condenado edificio en la calle de Bruselas aquel 19 de septiembre? ¿Eso de los escombros del destino era una meta-broma tuya? ¿Por qué nos privaste de tus canciones y de tus certeros dardos? ¿Qué diría tu mente, aguda y bien instruida en el campo de la psicología, sobre el culto a la personalidad? ¿Qué opinarías de nuestra vulgar falta de identidad, que ya rebasó cualquier pronóstico tuyo?

¿Qué dirías ahora, ya bien ruquito, de las redes sociales, de TikTok, de los memes, de Peso Pluma y de los influencers? ¿Qué opinarías del cagadero que hemos hecho de nuestro país y su cultura? ¿Por qué ese canijo terremoto tuvo que arrebatarte tanto talento y carisma? ¿Por qué nos dejaste solos en este mundo matraca? ¿Cómo es que predijiste la tragedia del Metro Balderas más de 25 años antes de que ocurriera?

Muchas incógnitas, ninguna respuesta. Sólo queda imaginar una aproximación de sus contestaciones, con base en lo que el de Tampico comenta en este concierto grabado hace casi 40 años. Decir que sigue vigente es poco. Cada cierto tiempo vuelve a abrirme los ojos cuando, sin darme cuenta, me pongo las vendas de nuevo. Y mejor me porto sensato. No la hago más de a tos.

Posdata: Desde entonces veo en Full HD.

Escucha En Vivo en el Café de los Artesanos de Rodrigo González o descárgalo aquí

Lee también: Los Sueños de Marfil y ”Saltar”, joya huérfana del indie rock mexicano

2 comentarios en “Rodrigo González y su insospechada capacidad para curar la vista”

Deja un comentario

5 × one =